OneNote: un programa para gobernarlos a todos

Si te dedicas al proceloso mundo de la educación y eres un poco tecloso/a, seguramente ya habrás oído o leído en algún blog que OneNote es la pera limonera. Y es verdad. Contextualicemos:

Resultado de imagen de OneNote


Digamos eufemísticamente que nuestros amigos de la ventanita no siempre aciertan con sus decisiones: ¿Quién sería el genio del marketing que pensó que los sistemas operativos móviles no merecían la pena el esfuerzo? ¿Y el arquitecto de Windows 8? ¿Estarán emplumados y embreados en la plaza del pueblo de Redmond?

Mantienen el tipo en sus mercados tradicionales, especialmente el SO Windows para PC, portátiles y convertibles y la suite del Office en multiplataforma y Office 365, además de haber empezado un camino interesante con el hardware y sus prestigiosas Surface, que son unos cacharro muy apetecibles. Eso hay que reconocerlo, y parece que han hecho una apuesta importante por el trabajo en la nube, lo  cual es correcto, pero esto no da un rendimiento inmediato, entre otras cosas porque la competencia en el sector es más dura que un central del Athletic y porque OneDrive de momento no ofrece nada diferente a otros servicios similares, e incluso funciona peor que, por ejemplo, Dropbox.

Pero en una década en la que han sido vilmente zarandeados por el mercado y en la que parecen gestionarse como un pollo sin cabeza, han creado una pequeña joya que, al menos para educación y probablemente en muchos otros sectores en los que haya que trabajar en equipo y multitaskear mucho, es una maravilla.



No es que sea un programa único en su especie. Se trata de un subsector también con competencia, tanto de las grandes compañías como por ejemplo Google Keep, como de especialistas en ese nicho como Evernote. Sin embargo, en este caso, Microsoft ha conseguido realmente aportar cosas que los demás no tienen, y aprovechar sus ventajas competitivas: la integración con Office es perfecta pero además se integra muy bien con otro tipo de archivos y fuentes -permite por ejemplo, anidar vídeos de Youtube, enlazar a libros digitales o incrustar PDF en versión impresa-, la sincronización automática en la nube, aquí sí, funciona muy bien, y el programa tiene características de diseño que lo hacen un top-top, como su bien parida estructura -donde se desmarca por ejemplo de las desesperantes cientos de entradas independientes que genera Evernote-, la facilidad de integración con la escritura a mano, la posibilidad de extraer texto de imágenes (brutal) y las alternativas de diseño voluntariamente limitadas (sí, digo las limitaciones de diseño como una ventaja, y lo es y grande para la productividad. En otro post explico esto). Por no hablar de la interacción entre usuarios, horizontal o jerarquizada según nos convenga, y de su más que correcta adaptación a todas las plataformas.


En fin, que OneNote es un pulpo, capaz de integrar prácticamente cualquier cosa en un solo programa (sean vídeos, infografías, audio, enlaces a libros digitales o cualquier documento en cualquier formato), de manera que centralicemos una creciente cantidad de fuentes y recursos de tipología muy diversa en un solo servicio, para descanso de alumnado y familias que ya no necesitan recordar docenas de páginas y de passwords para poder seguir un día de clase completo / ayudar a sus vástagos en los deberes. Además, con la extensión del OneNote Class y otras como OneTastic o las de matemáticas, todo adquiere una nueva y poderosa dimensión. Pero de esto ya hablaremos más adelante. De momento quédate con que, si eres profe, OneNote lo peta y si en tu centro se trabaja con herramientas digitales, especialmente si es un One-to-One y habéis decidido (u os han decidido) abandonar los libros tradicionales en papel por flamantes equipos, sean estos tabletas o convertibles, entonces OneNote es sencillamente imprescindible. 

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